01 diciembre 2013

El declive de la población mundial, más cerca


La población mundial está más cerca de lo que se pensaba de tocar techo. Nuevos estudios cuestionan el año 2100 como punto de inflexión a partir del cual el número de habitantes empezará a descender, como decía la ONU, y lo sitúan en 2050, dentro de sólo 37 años, un suspiro en relación con el medio millón de años que lleva la especie humana sobre la Tierra.


El informe más reciente es uno elaborado por los servicios de estudios del Deutsche Bank, que no sólo prevé que el descenso de población comience antes de lo que decía Naciones Unidas, sino que la caída será además más pronunciada. Puesto que el descenso se produciría antes, este documento rebaja también el máximo que alcanzará la población mundial, lejos de los 10.000 millones. En concreto, lo sitúa en 8.713,4 millones de habitantes, frente a los 10.853,8 millones que auguraba para 2100 el organismo internacional. En ese año, en cambio, este nuevo estudio asegura que la población habrá caído ya hasta los 8.000 millones. En la actualidad, se supone que hay en torno a 7.200 millones, tras haber alcanzado oficialmente los 7.000 el 31 de octubre de 2011.

La clave del adelanto de la fecha en que la población entrará en retroceso está en que, según los autores de este nuevo estudio, la fecundidad de la humanidad caerá antes de lo previsto, en menos de 15 años, por debajo de la llamada tasa de reposición o de reemplazo poblacional, es decir, del número de hijos por mujer necesario para mantener el mismo número de habitantes. «La población podrá seguir creciendo unas pocas décadas por el aumento de la longevidad, pero, en términos de reproducción, nuestra especie no seguirá expandiéndose», indica el informe.

Uno de los argumentos esgrimidos es que la tasa global de fecundidad que es generalmente aceptada como tasa de reposición, de 2,1 hijos por mujer, no es correcta. En realidad, sostienen los investigadores del Deutsche Bank, «sólo los países desarrollados pueden mantener su población con este nivel». Para los países en desarrollo, en cambio, «la tasa de reposición es mucho más alta debido a factores como la mayor mortalidad infantil». Por ello, sugiere que la tasa de reemplazo poblacional para el conjunto del planeta se debe situar en los 2,3 hijos por mujer.

Posibles errores de cálculo
Además, al observar las predicciones por países, el informe echa por tierra otros cálculos de Naciones Unidas. Por ejemplo, cuestiona que Nigeria, que en 2010 contaba con 159,7 millones de habitantes, pueda alcanzar los 913 millones en 2100, tal como señala la previsión de la ONU. «Es cierto que el país tiene hoy altas tasas de fecundidad, pero sería muy extraño que las tasas de natalidad no caigan de forma brusca cuando los nigerianos empiecen a notar la superpoblación».

Tampoco está de acuerdo en el caso de determinados países desarrollados, como EE.UU., para el que la ONU prevé un crecimiento desde los 312 millones de habitantes en 2010 hasta los 462 millones en 2100. El nuevo estudio recuerda que este país ya está por debajo de la tasa de reposición poblacional y que, aunque recibe muchos inmigrantes, la tasa de fecundidad también cae entre éstos rápidamente.

El cambio de tendencia demográfica tendrá múltiples consecuencias y afectarán a los estilos de vida, las cadenas de abastecimiento y la geopolítica. En un mundo envejecido, apunta el informe, será habitual extender la vida laborable hasta los 75 años.

El catedrático de Sociología de la Universidad de La Coruña y experto en demografía, Antonio Izquierdo, advierte que la cuestión no es «cuántos seamos, sino quiénes», porque aunque China o India reduzcan su población en cien millones, si consumen el doble o el triple que ahora y todos quieren tener un 4x4 como en Estados Unidos, eso no hay planeta que lo aguante». En su opinión, lo normal es que, a más desarrollo, descienda el número de nacimientos y la población.

Si Malthus levantara la cabeza
El reverendo británico Thomas Robert Malthus formuló en 1798 la primera gran teoría demográfico que viene siendo discutida a lo largo de los siglos hasta nuestros días. En su «Ensayo sobre el principio de la población», explicaba que la humanidad crece a un ritmo mucho mayor que su capacidad para generar su sustento. Mientras que la población humana aumenta en progresión geométrica (1, 2, 4, 8, 16...), la producción alimentos lo hace en progresión aritmética (1, 2, 3, 4, 5...), lo que podría conducir a la catástrofe de la especie.

Más de dos siglos después, la tendencia de la población parece que le va a llevar la contraria. Aunque la población mundial ha pasado en dos siglos de apenas mil millones de habitantes a los más de 7.000 millones de la actualidad, finalmente va a ser el propio desarrollo de la humanidad el que, tarde o temprano, haga que la población deje de crecer y que el número de almas que pueblan la Tierra empiece a disminuir. Los países en vías de desarrollo están reduciendo sus altas tasas de fecundidad y todas las previsiones apuntan a que en un momento u otro se quedarán por debajo de la tasa de reemplazo poblacional. En el caso de China, la política del hijo único también echará una mano.



No hay comentarios:

Publicar un comentario