13 enero 2014

El fantasma de la migración

El espejismo del llamado “sueño americano” sigue vigente en las mentes de muchos mexicanos, deseosos de mejorar su nivel de vida al resolver el problema del desempleo; para los centroamericanos el llamado es más fuerte, porque en los países que forman el centro de América,  el problema es más agudo, excepto en Costa Rica, pequeño país en donde se resolvió  desde un principio gracias al  reparto de la tierra de manera equitativa y a la distribución racional  de la riqueza nacional, de tal manera que los primos “ticos” rara vez salen de su país buscando trabajo y además, porque  poseen un nivel educacional arriba del promedio en América Latina.



El “sueño americano” fue realidad para los migrantes de principios del siglo XX, procedentes de países productivos y cultos, pero con problemas políticos y económicos; se impuso el carácter sajón y franco-italiano que a lo largo de pocas décadas, formaron una nueva sociedad pródiga en beneficios de toda índole.

El gobierno facilitó su integración a través de cursos especiales para migrantes  que hablaban  o no el inglés  antes de lograr la naturalización, que era su objetivo. Pero el migrante del sur, carente en  su mayoría de suficiente educación y habilidades para trabajos calificados o especializados, solamente ha ofrecido su esfuerzo físico y capacidad de adaptación al sistema laboral, siendo el objetivo el enviar remesas de dinero a su familia, sin integrarse a las comunidades nativas por discrepancias educacionales.

Los migrantes mexicanos que se van al Norte, trae como consecuencia grandes desventajas: se transfieren importantes inversiones sociales y humanas, al contribuir con su energía a la creación de riqueza.

Por ello, es claro que esa migración y movilidad por motivos de injusticia de origen debe ser evitada y combatida por políticas públicas inteligentes y decididas. 

La migración también significa destrucción de hogares que no es compensada con el envío de remesas porque no generan desarrollo,  por emplearse para consumo directo: no forman capital que sea capaz de reproducir riqueza. Únicamente se alivia la presión social que derivada de  la injusticia local. 

Conocido el problema por los gobiernos de México y de los países centroamericanos, sus políticas migratorias son nulas: no se garantizan en lo mínimo los derechos humanos: recuérdense las atrocidades contra ellos en parajes de este estado cerca de la frontera. 

México no hace nada por evitar la expulsión de los que cruzaron la frontera y muy poco por los que regresan al país como visitantes temporales. La ayuda que reciben los centroamericanos más bien la proporciona un religioso y la población civil del sureste que se conduele de la miseria y desprotección.

La empresa ferroviaria en que se trasportan, apoya no evitando viajen en los convoyes  aunque sea en condiciones de inseguridad, que es a riesgo de cada quien. 

Para atender el fenómeno de la migración, el gobierno mexicano ejerció 14 millones de pesos, y para el próximo 2014, serán 9 millones: el asunto no le interesa.Si no hay políticas y presupuesto, todo será en vano y seguiremos junto con los países de Centroamérica, siendo exportadores de mano de obra barata que mejora  la economía de los Estados Unidos pero arruina la de los países de origen, pero sobre todo,  a las familias.




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