22 enero 2014

Deflación y demografía

Un buena lectura navideña fue El Abismo Demográfico, de Harry S. Dent Jr., (The Demographic Cliff, Portfolio Penguin, 2014). El libro sostiene que en el próximo quinquenio habrá en Estados Unidos un escenario de deflación similar al que ha experimentado Japón en los últimos lustros. El autor considera que la dinámica demográfica estadounidense tendrá hondas repercusiones sobre los precios de los activos y la productividad de su economía.

El argumento central de la obra es recuperar el valor predictivo del análisis de población. Dent afirma que la demografía es el mejor predictor de los ciclos económicos. El envejecimiento de la población explica las burbujas que se han observado en los precios de los activos desde principios de la década de los años ochenta del siglo pasado. La crisis financiera del 2007 está relacionada con el sobreendeudamiento de los hogares estadounidenses que se han apalancado en el excesivo valor de los bienes raíces. Los precios han recibido el impulso de las cohortes de los baby-boomers (nacidos entre 1946 y 1963), que iniciaron su proceso de retiro de la vida activa. Por ello, los precios más altos de las vivienda se obtuvieron en las zonas del sur de Estados Unidos preferidas por los pensionados.

Pero la tesis más preocupante del texto es la afirmación de que el envejecimiento de la población generará un fenómeno de sobreproducción que se traducirá en un periodo de debilidad de los precios y de deflación. Dent Jr. considera que los activos hipotecarios no volverán a recuperar los niveles de precio anteriores a la crisis financiera. La única forma de que los nuevos hogares puedan adquirir vivienda es si los precios promedios disminuyen. Ello será posible, pues las nuevas cohortes poblacionales son mucho menos importantes y, por lo tanto, la demanda hipotecaria será débil en número, lo que presionará a la baja los precios de los activos.

Además el excesivo endeudamiento privado de los estadounidenses, que hoy equivale a 42 billones de dólares y que ha crecido a una tasa 2,7 veces más rápida que la de la producción, reduce el margen de maniobra de las hipotecas de largo plazo que han sido el vehículo financiero tradicional para comprar vivienda.

Es evidente que en el mediano plazo, la dinámica poblacional es determinante en el comportamiento de variables macroeconómicas como el consumo, el empleo o la productividad. Los países que envejecen tienen una caída de los niveles de consumo, menores productividades y un aumento de los gastos de salud que presionan el equilibrio fiscal. El caso de Japón, frecuentemente citado en la obra, es interesante, ya que las medidas de estímulo coyunturales que se han ensayado no han producido los resultados esperados y los nipones siguen experimentando débiles tasas de crecimiento.

La obsesión por las bajas inflaciones está preocupando, cada vez más, a los bancos centrales. La nueva presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, es consciente de que la debilidad de los precios es la mayor amenaza de la economía mundial en el corto plazo. Porque lo único peor que la inflación, es la deflación.

Miguel Gómez Martínez

Profesor del Cesa

representante@miguelgomezmartinez.com






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